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jueves, 9 de junio de 2011

Desertización y Deforestación

Deforestación
Se entiende por deforestación a la destrucción a gran escala del bosque por la acción humana. Avanza a un ritmo de unos 17 millones de ha al año (superficie que supera a la de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte juntas). Entre 1980 y 1990, las tasas anuales de deforestación fueron de un 1,2% en Asia y el Pacífico, un 0,8% en Latinoamérica y un 0,7% en África. La superficie forestal está, en general, estabilizada en Europa y América del Norte, aunque la velocidad de transición del bosque antiguo a otras formas en América del Norte es elevada.

La deforestación no es lo mismo que la degradación forestal, que consiste en una reducción de la calidad del bosque. Ambos procesos están vinculados y producen diversos problemas. Pueden producir erosión del suelo y desestabilización de las capas freáticas, lo que a su vez favorece las inundaciones o sequías. Reducen la biodiversidad (diversidad de hábitats, especies y tipos genéticos), lo que resulta sobre todo significativo en los bosques tropicales, que albergan buena parte de la biodiversidad del mundo.

Los bosques desempeñan un papel clave en el almacenamiento del carbono; si se eliminan, el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera puede llevar a un calentamiento global de la Tierra, con multitud de efectos secundarios problemáticos.

La deforestación para fines agrícolas en suelos no fértiles sólo produce beneficios a corto plazo. No obstante, cuando está bien planificada, puede producir beneficios sostenibles, como algunas plantaciones de caucho y palma de aceite, que conservan cierta estructura forestal favorable para el suelo y la mejora de la conservación del agua.

Causas básicas.La deforestación y la degradación de los bosques se producen como respuesta a los indicadores políticos, de mercado e institucionales. Éstos tienden a empujar a la gente hacia el bosque, en momentos de dificultades económicas o sociales con el señuelo de los beneficios (de la explotación o la deforestación). Muchas políticas infravaloran, a todos los efectos, los bosques, imponiendo costes muy bajos a su explotación, o sobrevaloran los beneficios de la deforestación para otros usos, lo que se manifiesta en los subsidios concedidos para bajar los precios de los alimentos. Por contraste, no ofrecen incentivos a largo plazo para cuidar los bosques. La falta de seguridad en lo que se refiere a la propiedad de los bosques y a los derechos de uso de éstos favorece una conducta explotadora. Ciertas políticas exigen incluso la deforestación como muestra de que el propietario ha ‘mejorado’ la tierra. La deuda comercial y oficial de muchos países en vías de desarrollo con los países industrializados impone a los primeros la deforestación para obtener divisas a cambio.



Desertización

Es un término que se aplica a la degradación de las tierras en zonas secas, debida fundamentalmente al impacto humano. En esta definición, el término tierras incluye el suelo, los recursos hídricos locales, la superficie de la tierra y la vegetación o las cosechas, mientras que el término degradación implica una reducción de los recursos potenciales.

Cabe decir que la desertización fue el primer problema ambiental en ser considerado de carácter global, reconocimiento que quedó formalizado en la Conferencia sobre Desertización de las Naciones Unidas (ONU), celebrada en Nairobi en 1977. En esta conferencia se elaboró un mapa de los desiertos, en el que España fue el único país de Europa Occidental incluido con un índice muy alto de desertización en todo el sureste español. Desde entonces, se ha puesto en manos del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) la coordinación de un intento global de combatir el problema. Según las estimaciones de 1992 de la UNEP, en todo el mundo están afectados cerca de 3.590 millones de ha (35,9 millones de km.2), en su mayor parte en forma de vegetación degradada en tierras empleadas para el pastoreo.

Tipos y formas de desertización El llamado sobrepastoreo es el resultado de mantener demasiado ganado en una superficie dedicada a pastos, y tiene como resultado la pérdida de especies comestibles y el consiguiente crecimiento de especies no comestibles. Si la excesiva presión de pastoreo continúa, la pérdida de la cubierta vegetal puede llevar a la erosión del suelo. Otros mecanismos, frecuentemente aludidos, por los que la mala gestión del hombre produce desertización incluyen: la sobreexplotación, en la que el suelo se agota por la pérdida de nutrientes y la erosión; la tala excesiva de vegetación, a menudo para leña; el uso de técnicas agrícolas rudimentarias y prácticas poco apropiadas, y la mala gestión de los programas de irrigación, que conduce a la salinización del suelo.

La sobreexplotación se produce por el acortamiento de los periodos que las tierras quedan en barbecho, es decir, libres de todo cultivo o por el uso de técnicas mecánicas que producen una pérdida generalizada de suelo. Un caso clásico de sobreexplotación, que condujo a una erosión eólica a gran escala, tuvo lugar en la tristemente célebre Cuenca de Polvo, en las grandes llanuras de Estados Unidos, en la década de 1930. Allí se araron praderas semiáridas para el cultivo de cereales por medio de técnicas de roturación profunda, desarrolladas en las latitudes más templadas de Europa occidental. Cuando las grandes llanuras se vieron afectadas por la sequía en 1931, la erosión eólica produjo tormentas de polvo a una escala sin precedentes. Por los mismos mecanismos se produjo una catástrofe ecológica similar tras la aplicación del Programa de Tierras Vírgenes, en la década de 1950 en la antigua Unión Soviética.

Los bosques y forestas se talan por diversos motivos, por ejemplo para crear tierras agrícolas y pastizales, pero el caso más grave de desertización por esta causa es la llamada crisis de la leña, característica de muchas tierras secas de los países en desarrollo.
Marina Flores Martínez 3ºB nº5

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